El hombre y el sistema natural en dos poemas de Ladera este

Stephen Clinton


En su artículo, «Irony and Sympathy in Blanco and Ladera Este», Manuel Durán señala que, durante la década del sesenta, Octavio Paz se familiariza por completo con el «estructuralismo como herramienta intelectual, en particular en su versión francesa representada por Lévi-Strauss».[1] Como señalan Durán y otros,[2] el encuentro con el estructuralismo tuvo efectos profundos y fundamentales en la obra de Paz. Él mismo parece ser consciente de la importancia de Lévi-Strauss cuando en su libro Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo sostiene que las ideas del antropólogo francés son de una trascendencia tal que están «destinadas a modificar nuestra imagen del mundo y del hombre».[3] Aunque las ideas de Paz sobre Lévi-Strauss y el estructuralismo sean interesantes en sí mismas (el libro es una introducción general a Lévi-Strauss de muy amena lectura), para un lector de la poesía de Paz —en especial la escrita durante la crucial década del sesenta y publicada en la colección Ladera este— revisten particular interés. De hecho, el comentario de Paz sobre el estructuralismo de Lévi-Strauss tiende a revelar tanto su forma de pensar como la del antropólogo francés ya que, en su crítica al estructuralista, el poeta critica indirectamente su propio trabajo creativo en Ladera este. Tanto es así que Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo permite ver el impulso creativo detrás de las estructuras internas de los poemas de Ladera este, algo a lo que Lévi-Strauss podría llamar la «estructura profunda».

Es sabido que el problema del tiempo y de cómo trascender sus limitaciones es una de las inquietudes constantes del poeta mexicano. Entonces, no es sorpresa que uno de los conceptos más básicos del estructuralismo —el que la realidad deba verse de manera sincrónica antes que diacrónica—, atraiga la atención de Paz. Con este marco de referencia en mente, afirma que para Lévi-Strauss «Un paisaje se presenta como un rompecabezas: colinas, rocas, valles, árboles, barrancos. Ese desorden posee un sentido oculto; no es una yuxtaposición de formas diferentes, sino la reunión en un lugar de distintos tiempos-espacios: las capas geológicas» (p.11). Esta afirmación sobre Lévi-Strauss puede verse como una descripción del principio compositivo subyacente que opera en muchos de los poemas de Ladera este. En «Ejemplo» —poema corto pero de una técnica brillante— el poeta ve un fenómeno del mundo natural, una tormenta que se acerca por el llano, como un rompecabezas o un código que el ojo crítico debe descifrar. Dada esta perspectiva poética, la tormenta es considerada como un signo de un paradigma cósmico, la unión o fusión de opuestos que surge de un caos o disformidad aparente.

 

El trueno anda por el llano

El cielo esconde todos sus pájaros

Sol desollado

                    Bajo su luz final

Las piedras son más piedras

Rumor de follajes inciertos

Como ciegos que buscan su camino

Dentro de unos instantes

Noche y agua serán un solo cuerpo.[4]

En éste y otros poemas cortos de Ladera este, que de forma similar se enfocan en aspectos específicos de la naturaleza («Juventud», «Exclamación», «Aparición» y «Pueblo») vemos la realización poética de la idea estructuralista de la realidad como una especie de código, un sistema de signos que oculta una gramática universal atemporal. A través de percepciones sensoriales, el poeta «lee» el alfabeto de la realidad y ve en sus formas una estructura interna trascendental que encierra principios cósmicos ácronos. Una tormenta que se acerca, una ola que rompe («Juventud») o un ruiseñor («Exclamación») son vistos como un complejo de signos o relaciones que se superponen. El poeta observa en las formas del mundo visible un sistema de relaciones atemporales que reconoce como la realidad en su forma más pura.

En sí, el título del poema «Ejemplo» sugiere que en Ladera este opera un principio de composición distinto pero relacionado. La tormenta no es un mero símbolo de un principio cósmico. Más bien, como en el pensamiento primitivo, la naturaleza posee una identidad real. Es un «ejemplo», un paradigma del principio cósmico y, como tal, ilustra y es parte del concepto de síntesis dialéctica de opuestos según el cual a partir de dos realidades opuestas puede surgir la unidad, un principio universal que se refleja en toda la realidad.

Esta apreciación es importante pues Paz entiende y puede traducir al lenguaje de la poesía moderna la perspectiva unitaria de los patrones de pensamiento «primitivos». En efecto, uno de los puntos culminantes de Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo es la exposición que hace el poeta sobre los modos primitivos de pensamiento. Sostiene que el hombre primitivo no vive en un mundo alucinatorio de irracionalidad oscura, sino que «vive en un universo de signos y mensajes» (p. 78). El primitivo clasifica todas las cualidades de un fenómeno que parecen pertinentes e «integra esas “categorías concretas” en un sistema de relaciones. El modo de integración, ya se sabe, es la oposición binaria. El proceso puede reducirse a estas etapas: observar, distinguir, y relacionar por pares» (p. 78). Luego de mostrar que el nexo de la lógica primitiva «es una relación entre lo sensible y lo inteligible, lo particular y lo universal» (p. 79), concluye que el impulso esencial detrás de la lógica primitiva va dirigido hacia la percepción afectiva del mundo material y luego a la síntesis de las distintas categorías percibidas: «Es una lógica concreta porque para ella lo sensible es significativo; es una lógica simbólica porque las categorías sensibles están en relación de oposición o de isomorfismo con otras categorías y así pueden construir un sistema de equivalencias formales entre los signos» (pp. 79-80).

Una vez más, el comentario de Paz sobre un fenómeno que no parece relacionarse con nada ofrece indirectamente una crítica contundente sobre su poesía. No se trata solo de que el poeta vea la realidad como un sistema de «signos y mensajes». La similitud va más allá de esta idea hacia el aspecto más fundamental del proceso de análisis de la realidad que, tanto en «Ejemplo» como en otros poemas, es la oposición binaria o la integración y síntesis de conceptos mediante la relación de pares. A modo de paréntesis, nótese que el uso consciente de la metodología de la oposición binaria —a diferencia de su mera existencia en el pensamiento primitivo—, no se origina en Paz sino que siempre fue un principio básico del pensamiento estructuralista.[5] El empleo aparentemente intencionado que hace Paz de este modo de pensamiento produce un tipo de poesía que introduce al lector en la progresión creativa del poema al establecer una serie de oposiciones binarias que son un proceso de isomorfismo conceptual.

Esta progresión se puede ver en «Ejemplo», cuyos primeros versos establecen una serie de ecuaciones binarias («trueno»/«llano», «cielo»/«pájaros» y «sol»/«piedras») que, en términos del estructuralismo, sugieren otra serie de paradigmas binarios: alto/bajo, cielo/tierra, lejos/cerca, intangible/tangible y, por extensión, el juicio de valor de divino/profano. La serie de contrastes refleja la naturaleza básica del conflicto cósmico en el poema, la batalla entre cielo y tierra y el violento fenómeno meteorológico que resulta de ella. La batalla se resuelve en el último verso que sugiere el tema del poema, la idea de que del conflicto cósmico surge la unidad final («Noche y agua serán un solo cuerpo»).

En términos del proceso de oposición binaria que opera en el poema, este último verso establece una nueva comparación, «noche»/«agua», una imagen bipartita que refleja ciertos aspectos del conjunto de oposiciones binarias antes descripto y que evoca su propio conjunto de paradigmas como opacidad/claridad, oscuridad/luz y muerte/vida. Sin embargo, la noción temática que se presenta en este verso se complejiza por el uso de la palabra «cuerpo», un término que, al estar asociado al mundo de los organismos biológicos, establece una nueva serie de oposiciones de amplio alcance basada en el contraste entre fenómenos orgánicos e inorgánicos, una idea que lleva al poema hacia nuevos niveles de significación. Al integrar el mundo de los organismos biológicos con el de los fenómenos meteorológicos, el poeta sugiere que el mundo de los animales participa de lleno en el principio cósmico de unidad que surge del conflicto. La tormenta no es un símbolo de esta idea del mundo de los animales, sino que es un ejemplo, un signo del principio cósmico que se puede encontrar en muchas áreas de la realidad. Las asociaciones que acarrea la palabra «cuerpo» sugieren incluso una lectura del poema completamente nueva en cuanto a la oposición creativa del principio masculino de la naturaleza (sugerido por el sol y el trueno), y el principio femenino (sugerido por las asociaciones con la tierra).[6] Una lectura tal sería una simple expansión o extensión de las oposiciones binarias antes citadas y reforzaría la hipótesis de que el poema es un ejemplo, un paradigma de una realidad multifacética.

En Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo, Paz afirma que el «tema central de Lévi-Strauss es el lugar del hombre en el sistema de la naturaleza» (p. 10). Como evidencia el análisis previo de «Ejemplo», una afirmación similar podría hacerse acerca de las preocupaciones presentes en Ladera este. Paz ha dejado claro en numerosas ocasiones que es un ateo comprometido.[7] Como tal, está interesado en la naturaleza no como reflejo de una voluntad divina, sino como una estructura significativa en sí misma. Luego de rechazar las explicaciones deístas sobre el origen del hombre y del mundo material, Paz supone que el hombre es un accidente en el universo y que no es más que parte y partícipe de un sistema natural más amplio cuyos términos no necesariamente configuran un propósito mayor predeterminado a beneficio del hombre. En este sentido, el estructuralismo le provee a Paz una herramienta metodológica (oposición binaria) y una perspectiva ideológica: el hecho de que el universo tiene una estructura subyacente ordenada, que le permiten discernir patrones significativos en la realidad y definir qué relación entabla el hombre con ellos. En vez de ser causa de desesperanza, la muerte de Dios es, paradójicamente, un evento religioso que libera al hombre y le permite descubrir lo verdaderamente sagrado en el mundo; no un Dios creado a imagen del hombre sino un sistema maestro que sirve de patrón para todos los demás, incluyendo el comportamiento humano.[8]

Así, los poemas de Ladera este que tratan específicamente sobre la naturaleza aportan la definición de un ateo acerca del mundo y el lugar del hombre en sus estructuras. La preocupación sobre la relación entre el hombre y el sistema natural, un tema que aparece implícito en «Ejemplo», es un interés explícito en otros como «Cauce». En este poema, el poeta propone una identidad entre la próxima estación estival y la oposición creativa de los principios masculinos y femeninos en el universo. La idea implícita en el poema es que el comportamiento humano refleja el patrón paradigmático establecido por el sistema natural.

 

Oye la palpitación del espacio

Son los tambores del verano

Los pasos de la estación en celo

Son las brasas del año

Es su ruido de alas y crótalos

La crepitación de la tierra

Bajo su vestidura de insectos y raíces

La sed se despierta y construye

Sus grandes jaulas de vidrio

Allí cantas tu canción furiosa

Tu canción dichosa

                                  De agua encadenada

Allí cantas desnuda

Con los pechos y el vientre manchados

Con la cara manchada de polen

Sobre el paisaje abolido

Tu sombra es un país de pájaros

Que el sol dispersa con un gesto

Al igual que en «Ejemplo», el tema de «Cauce» se elabora a través de una oposición binaria. En lugar de afirmar que el comportamiento humano es comparable a un determinado aspecto del sistema natural, el poeta sobreimprime las dos realidades y las hace converger en una síntesis creativa o isomorfismo conceptual.

Encontramos la oposición binaria inicial que lleva al isomorfismo en el primer verso en el cual dos realidades, «palpitación» y «espacio» se yuxtaponen. Esta ecuación binaria se repite a modo de eco en los siguientes tres versos que amplifican el concepto inicial al darle una definición más concreta en una serie de comparaciones que funcionan como analogías de la primera formulación: «tambores»/«verano», «pasos»/«estación», «brasas»/«años». Desde el punto de vista estructuralista, todos los elementos a la izquierda de la ecuación refieren a la idea de energía física o movimiento. Así, la «palpitación» y los «tambores» sugieren la producción de ondas sonoras, los «pasos» remiten a movimientos en el espacio y la «brasa», el calor, es la fuerza fundamental detrás de la producción de todos los tipos de energía. Estos términos energéticos aparecen en contraste con términos que sugieren los otros ingredientes fundamentales que componen la realidad: el tiempo, sugerido por «estación», «verano», «año»; y el espacio, sugerido por el uso de «espacio». En efecto, «Cauce» supone una perspectiva cósmica en la que el tiempo, el espacio y la energía son vistos como los elementos fundamentales a partir de los cuales se deriva la totalidad de la realidad.

El proceso de selección y de relación en pares, visto en los primeros versos, funciona como prólogo estructural y temático del núcleo central de imágenes en el que se representa el rol vivificante y creativo del principio femenino en el cosmos. El fundamento de esta comparación es la asociación natural del lecho del río con la mujer tanto en términos de similitud anatómica como en la asociación ancestral de la mujer con el agua.[9] El poeta enfatiza esta imagen básica relacionando a la mujer con el «agua encadenada», deseada por la tierra sedienta («La sed se despierta»). También se asocia a la mujer con la energía sonora y cinética, con la «canción dichosa» y la «canción furiosa» productos del «agua encadenada» al moverse a través del lecho del río. Además, una nueva asociación de la mujer con el mundo vegetal, propagado por la dispersión de polen, integra otra categoría conceptual a una ya presentada anteriormente: «Con los pechos y el vientre manchados/ Con la cara manchada de polen».

En el núcleo de la constelación de imágenes integradas con las realidades femeninas y naturales en diversos niveles de significado, el poema alcanza su punto de máxima intensidad temática. El proceso de isomorfismo conceptual ocurre en múltiples niveles en los que las imágenes y las ideas aparecen superpuestas unas sobre otras y producen lo que podría llamarse un «efecto dominó semántico». En el isomorfismo, o doblamiento de las categorías conceptuales del poema, vemos la formulación de un complejo de relaciones con múltiples reverberaciones temáticas.

Al igual que en «Ejemplo», el último verso de «Cauce» es extremadamente importante en términos del poema como totalidad pues aporta una revelación esclarecedora del patrón maestro que subyace en los procesos del sistema natural: la oposición creativa de los principios masculinos y femeninos en el universo. El sol, un símbolo del principio masculino, dispersa las sombras del lecho del río femenino e implica en ese acto que el principio femenino vivificante se esparce por todo el mundo natural, así como el polen aporta los ingredientes fértiles en el mundo vegetal. En términos estructuralistas, el poema implica que el amor entre un hombre y una mujer es simplemente una extensión o un aspecto de un sistema más amplio que está funcionando en el mundo. El amor humano no es un evento «especial» sino que es un componente en el sistema natural que refleja un patrón maestro presente en toda la realidad.

Al asignarle al hombre un lugar casi incidental en el universo, Paz combate los principios fundantes de las nociones occidentales sobre el individualismo. En efecto, los poemas de Ladera este constituyen un ataque frontal al ego del hombre occidental dado que sugieren que son las estructuras —no Dios o el hombre, criatura a imagen y semejanza de Dios— las que sobresalen en el universo. En este sentido, el ateísmo de Paz y su herramienta intelectual complementaria —el método estructuralista de análisis de la oposición binaria—, son parte integral de la imaginación del poeta. Las ideas de Paz acerca del hombre y de su lugar en el universo se despliegan naturalmente, casi inevitablemente, desde el método hacia el análisis. A pesar de la muerte de Dios, el poeta no experimenta angustia sino que observa el mundo como una estructura inteligible, ordenada y significativa en la que el funcionamiento armonioso del sistema es algo bello en sí mismo.

En Cosmos e Historia, Mircea Eliade indica que en gran parte de la literatura contemporánea ha existido una «revolución en contra del tiempo histórico, un intento de restituir el tiempo histórico —cargado como está de la experiencia humana— a un lugar en el tiempo que se caracteriza como cósmico, cíclico e infinito».[10] Eliade cita las obras de Joyce y T. S. Eliot como ejemplos de su nostalgia por la «abolición del tiempo». Ciertamente, podría aplicarse un argumento similar a Paz en Ladera este, dado que en su búsqueda por los valores atemporales Paz procura ver más allá de la experiencia humana individual para discernir qué es lo verdaderamente eterno en el mundo, cuál es la estructura maestra que sirve como paradigma para toda la creación, inclusive la humanidad. En efecto, en los poemas de Ladera este Paz intenta desvelar las liturgias que están presentes en el mundo natural, patrones ritualistas de actividad que expresan principios eternos. Este es el modo ateo de trascender el tiempo al estar en contacto con las verdades universales y así lograr la experiencia religiosa de comunión con el cosmos.

Notas

[1] Manuel Durán, «Irony and Sympathy in Blanco and Ladera este» en The Perpetual Present: the Poetry and Prose of Octavio Paz, ed. Ivar Ivask (Norman: University of Oklahoma Press, 1973), pp. 68-69.

[2] Durán, p. 69; véase también Emir Rodríguez Monegal, «Relectura El arco y la lira». Revista Iberoamericana, XXXVII, No. 74 (Spring 1971, pp. 36-46).

[3] Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo (México: Joaquín Mortiz, 1967), p. 12. El resto de las citas en esta obra vienen de esta edición. Los números de página se muestran entre paréntesis en el texto.

[4] Octavio Paz, Ladera este (México: Joaquín Mortiz, 1971), p. 110. El otro poema citado en su totalidad «Cauce» aparece en la página 122 de la edición indicada.

[5] Véase, por ejemplo, Robert Scholes, Structuralism in Literature: An Introduction (New Haven: Yale University Press, 1974), pp. 102-103; véase también Edmund Leach, Claude Lévi-Strauss (New York: The Viking Press, 1970), pp. 42-43.

[6] Para un análisis sobre el sol y su asociación a lo masculino, véase Gertrude Jobes, Dictionary of Mythology, Folklore and Symbols, Vol. II (New York: The Scarecrow Press, 1962), p. 1507. Más allá de que Jobes no identifique el trueno específicamente con el principio masculino, sí lo asocia a las funciones masculinas cuando lo define como un «despertador de vida» y, de forma más sugerente, un «portador de fertilidad», (pp. 1567-68) y ambas definiciones pueden interpretarse fácilmente como funciones masculinas en los procesos reproductivos masculinos de la naturaleza. Se asocia más explícitamente al trueno con el principio masculino debido a su relación mitológica con el «falo» (p. 1568). Finalmente, el principio masculino fuerte representado por Thor, el Dios teutón del trueno, es analizado por María Leach y Jerome Freid en Dictionary of Mythology, Folklore and Symbols, Vol. II (New York: Funk and Wagnalls Co., 1950), p. 1106. Las asociaciones femeninas con la tierra son ya conocidas. Véase, por ejemplo, Leach and Freid, I, p. 333.

[7] Véase el comentario de Paz sobre esta postura atea en Corriente Alterna (México: Siglo XXI, 1971), pp. 118-125.

[8] Scholes, pp. 180-182 refiere a la importancia del concepto de un sistema maestro en el pensamiento estructuralista.

[9] Véase Jobes, II, p. 1341 y p. 1667.

[10]  Mircea Eliade, Cosmos and History: the Myth of the Eternal Return tr. Willard Trask (New York: Princeton University Press, 1954), p. 153.


La versión original de este artículo fue publicada en el Journal of Spanish Studies: Twentieth Century. 5. 3 (Winter 1997): pp. 181-189, con el título «Man and the Natural System in Two Poems of “Ladera este”». Agradecemos a los editores de la publicación la autorización de la presente traducción.

Traducción: Lucía Volpe y Carla Luján Di Biase.


Referencia electrónica

Clinton, Stephen. «El hombre y el sistema natural en dos poemas de Ladera este». Hyperborea. Revista de ensayo y creación 3 (2020): 288-295. https://www.hyperborea-labtis.org/es/paper/el-hombre-y-el-sistema-natural-en-dos-poemas-de-ladera-este-207

Fecha de publicación
Publicación Hyperborea
Número 03